La actividad física es una forma fácil, efectiva y segura de mantener o mejorar la salud y calidad de vida de las personas. Su gama de beneficios abarca más allá de la prevención y tratamiento de las enfermedades no transmisibles (enfermedades cardiovasculares, cáncer, enfermedades respiratorias crónicas o diabetes) y sus factores de riesgo.
Todos estos efectos positivos de la actividad física contribuyen en gran medida al éxito de lo que se conoce como envejecimiento activo. El término activo hace referencia a una participación continua en las cuestiones sociales, económicas, culturales, espirituales, cívicas, entre otras. Y no solo al aumento de los niveles de actividad física. Ahora bien, entre los factores de comportamiento y estilo de vida, la actividad física es el determinante más importante del envejecimiento activo.
Ciertamente, el ritmo de vida de las personas adultas mayores cambia y no pueden moverse con la misma rapidez y agilidad que antes. Sin embargo, eso no significa que no puedan moverse en absoluto. De hecho, lo más recomendable es que continúen realizando sus actividades cotidianas en la medida de lo posible.
El ejercicio físico en las personas mayores tiene múltiples ventajas, no sólo a nivel físico sino también mental y emocional.
Algunos de los beneficios físicos del ejercicio en las personas adultas mayores son:
Beneficios emocionales del ejercicio:
Las investigaciones han demostrado que el ejercicio no solo es bueno para la salud física.
Fomentar y generar el hábito del ejercicio en el adulto mayor es fundamental para su salud tanto física como mental e incluso puede convertirse en una tarea para disfrutar en familia y acercarse más o para tener un tiempo de ocio con sus amigos.
Mantenerse activo es una forma de estar en el mundo, de derribar los estereotipos de la vejez, de dar sentido a la vida, de tener un propósito, de entrar en contacto con otros, de conservar la salud y de superar barreras.
Elaborado por:
Dra.Carolina Nicaise Chacón
Terapia Física y Rehabilitación
ASCATE